Primero, la definición: “Se trata de una fobia específica de carácter situacional que se produce antes y durante la conducción, y que puede afectar a otros niveles. No se trata únicamente de una desconfianza a la conducción propia, sino que puede estar motivada por el temor a los comportamientos de otros conductores”, explica el psicólogo especialista en la materia Ignacio Calvo. También te puede interesar como hacer el examen medico para brevete .
LAS CAUSAS
Ignacio Calvo destierra el mito de que la amaxofobia está provocada únicamente por haber sufrido algún accidente: “Puede que ese sea el factor menos típico de todos. Existen muchos otros que derivan en este problema, como el simple hecho de que no te guste conducir.
En grandes ciudades, donde es fácil ir de un sitio a otro sin tener que recurrir al coche, es normal que las personas que no vean ningún atractivo en conducir prefieran viajar en metro o autobús. “Eso, a la larga, provoca que esos conductores terminen por coger miedo al coche ante el temor de no saber manejarlo”, detalla el especialista.
Esos son dos factores, pero este miedo puede estar también relacionado con el hecho de que, conforme vamos cumpliendo años, nuestros niveles de preocupación tienden a aumentar: “Llevar a tus hijos a la escuela y plantearte la posibilidad de tener un accidente con ellos a bordo, el miedo de sufrir un infarto en la carretera si ya hemos tenido un episodio cardiovascular… Son muchos los factores que pueden terminar generando en nosotros un cuadro de amaxofobia”, comenta el especialista.
¿QUIÉN LA SUFRE?
En cuanto al perfil, personas mayores de 40 años y, normalmente, mujeres, aunque el psicólogo tiene claro que muchos hombres ocultan su ansiedad: “La conducción sigue siendo considerado un acto muy masculino, por eso muchos se resisten a admitir que tienen miedo a hacerlo. Aunque lo cierto es que también hay muchos hombres que desarrollan un miedo a la carretera; no se trata de patrimonio de las mujeres”, afirma.
En definitiva, ya sean ellos o ellas, mayores o jóvenes, lo cierto es que a todos les resulta sencillo encontrar muchas alternativas al coche. Todos se van poniendo excusas hasta que, irremediablemente, se les olvida conducir. Y ahí nace la fobia.
¿CÓMO SE SUPERA LA AMAXOFOBIA?
Miedo, temor, reparo. Palabras negativas. ¿Qué tal ir con una positiva? Solución. Porque la amaxofobia se trata, y por supuesto, se supera. “Influye en gran medida el plano psicológico, por lo que existen muchas vías para atajar el problema”, asegura Ignacio Calvo.
El proceso arranca con la identificación de esa dificultad en cada persona, cómo se manifiesta, en qué nivel está. Y, una vez determinado, comienza el trabajo. La amaxofobia se trata en tres niveles: los pensamientos anticipatorios, las técnicas que permiten controlar las reacciones fisiológicas y una programación de enfrentamiento gradual.
La primera, se propone desterrar todos esos miedos que impiden sentarse al volante, los clásicos “me van a pitar”, “se me va a apagar en medio de la rotonda”, “voy a tener un golpe” etc. desterrados esos miedos previos, se trabaja sobre técnicas de relajación para evitar el estrés y la tensión que al paciente le produce el verse con las manos al volante. Con ejercicios de autocontrol, ese pico de nerviosismo y ansiedad tiende a desaparecer, dejando paso a la seguridad en uno mismo.
Por último, los expertos implementan un plan de enfrentamiento gradual o, dicho de una forma más clara, meter primera y terminar con el temor a salir a la calzada. Poco a poco, sin prisa, dejando que nuestro grado de auto confianza vaya doblegando a los nervios y la ansiedad.